Terapia psicológica y seguro escolar

¿Sabíais que los estudiantes de entre 14 y 28 años pueden recibir terapia psicológica gratuita gracias al seguro escolar?

Uno de los objetivos del Seguro Escolar es permitir el acceso a todos los estudiantes a los recursos de atención psicológica, costeando el tratamiento de 16 sesiones durante 6 meses, con una posible prórroga de otros 6 meses.

¿Qué es el Seguro Escolar?


Es un seguro que protege a los estudiantes, desde 3º de la ESO hasta los 28 años, contra el accidente escolar, el infortunio familiar o la enfermedad, incluyendo en esta categoría la asistencia psicológica. El Seguro Escolar se paga automáticamente al realizar la matrícula y tiene un coste de 1,12€. 

¿Tengo derecho a terapia? ¿Qué requisitos debo cumplir?


Estudiantes de entre 14 y 18 años matriculados oficialmente y cursando estudios oficiales desde 3º de ESO: Bachillerato, Formación Profesional, estudios universitarios, conservatorio…
– Haber abonado la cuota correspondiente de Seguro Escolar y acreditar un periodo mínimo de un año de carencia en el seguro.
Diagnóstico realizado por un psiquiatra público o privado que incluya la duración estimada del tratamiento (incluida terapia psicológica privada), indicando el diagnóstico (DSM-V o CIE/10), con una descripción breve del estado actual, la terapia psicológica indicada y si ésta última va a ser realizada por un psicólogo o por el propio psiquiatra.
– Justificar la dificultad del alumno para la continuidad de sus estudios así como demás información personal requerida.

¿Qué tratamiento cubre?
Tratamiento de los procesos neuropsiquiátricos que afecten a la continuidad de los estudios:

  • Acoso escolar
  • Dificultad en habilidades sociales
  • Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
  • Fobia escolar
  • Trastornos de la alimentación
  • etc.

No incluye el tratamiento de los denominados trastornos del desarrollo psicológico y del comportamiento y de las emociones, de comienzo habitual en la infancia y adolescencia.

Enlaces de interés:

¿Qué es la dislexia?

Le cuesta leer, su letra es ilegible, junta las palabras, tiene dificultades para mantener la atención, problemas de seguimiento visual… y llega el diagnóstico: dislexia. Nos encontramos de repente ante un montón de preguntas y un aluvión de información abrumadora y una mezcla de sentimientos de negación, temor, enfado e incluso culpabilidad.  Aceptar que un hijo padece dislexia nos permitirá poder poner en marcha la elaboración de estrategias que ayuden al niño a desarrollar sus capacidades y así disminuir sus dificultades.

¿Qué es la dislexia?

La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje con dificultad en lectura/en la expresión escrita, de carácter persistente y específico, que deriva de una alteración del neurodesarrollo. Se da en niños que no presentan ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural. La dislexia va más allá que tener dificultades en la lectura y en la escritura y por ello debemos tener en cuenta que no existen dos personas con dislexia iguales, cada caso es único y no tiene por qué presentar la totalidad de los síntomas. Por tanto, es esencial identificar qué áreas están más afectadas en cada caso y adecuar la intervención a esas dificultades concretas.

¿Qué síntomas pueden presentarse?

  • Problemas en la lateralidad.
  • Alteración de las nociones espaciales y temporales.
  • Confusión en palabras con pronunciación similar.
  • Dificultad para articular o pronunciar palabras.
  • Trasposición e inversión de letras y/o números.
  • Lectura dificultosa con errores.
  • Problemas de concentración en la lectura o escritura.
  • Dificultad para seguir instrucciones y aprender rutinas.
  • Problemas en el equilibrio.
  • Dificultad en la memoria a corto plazo.
  • Dificultades para organizar sus pensamientos.
  • Problemas para mantener la atención.
  • Dificultades en matemáticas.

Tipos de dislexia

Existen dos formas de clasificar los tipos de dislexia:

1. Adquirida: a causa de una lesión cerebral concreta.

2. Evolutiva: no hay lesión cerebral concreta. Es la más frecuente en el ámbito educativo. 

En función de las rutas de procesamiento o acceso al léxico que están afectadas:

1. Fonológica o indirectafuncionamiento incorrecto de la ruta fonológica, es decir, la vía que emplea la conversión grafema – fonema para acceder al léxico.  El niño hace una lectura visual incorrecta que provoca lexicalizaciones. Por ejemplo, puede leer “lopo” en vez de “lobo”. Los niños con este tipo de dislexia pueden leer palabras conocidas, pero les resulta complicada la lectura de palabras desconocidas, largas o pseudopalabras. También se observan errores morfológicos o derivativos, es decir, mantienen la raíz de las palabras, pero cambian los morfemas.

2. Superficialtrastorno en el funcionamiento visual. Los niños que la padecen no tendrán problemas a la hora de leer palabras regulares, pero sí a la hora de leer palabras irregulares, por ejemplo, del inglés. Asimismo, la velocidad lectora de estos niños disminuye cuando aumenta la longitud de las palabras, cometen errores de omisión, adición o sustitución de letras. También presentan errores con la ortografía arbitraria y confusión en las palabras homófonas.

3. Mixta o profunda: están dañados los dos procesos de lectura, el fonológico y visual. Provoca que se cometan errores semánticosvisuales y derivativos y pueden presentar dificultades para acceder al significado de determinadas palabras (poco frecuentes, palabras función, verbos…). 

Causas

A pesar de ser un tema muy controvertido que ha generado una gran cantidad de debates, actualmente los últimos estudios con técnicas de neuroimagen parecen confirmar que la dislexia tiene una base neurobiológica. Estas técnicas han demostrado que determinadas áreas del hemisferio izquierdo muestran una reducida actividad, todas ellas áreas implicadas en los procesos lecto-escritores (circunvolución frontal inferior izquierda, el área parieto-temporal y el área occipito-temporal). 

Se estima además que la dislexia tiene aproximadamente un 60% de carga genética en estas alteraciones del neurodesarrollo y recientes investigaciones han identificado una alteración de un gen en el cromosoma 15 que podría afectar a la formación de ectopias, causantes de la desorganización de las conexiones del interior de la corteza.

Intervención 

Es imprescindible tener en cuenta las características de cada niño a la hora de elaborar un programa de intervención que se adecúe a sus necesidades individuales. Sin embargo, podemos dar unas pautas generales para llevar a cabo una intervención de manera adecuada y lograr que el niño tenga una implicación activa en las sesiones.

Recomendaciones:

1. Ambiente relajado y confortable, donde el niño se sienta a gusto, escuchado y comprendido. 

2. Conocer las características de cada niño, hablar con él, saber cómo se siente y explicarle de forma entendible en qué va a consistir el trabajo concreto y definir cuáles van a ser los objetivos. Es imprescindible que sean concretos y alcanzables.

3. Explicar con claridad los métodos, recursos y actividades que se van a llevar a cabo.

4. Proporcionar un feedback positivo, los niños necesitan sentir que progresan

Infografía – ¿Qué es la dislexia?