Afasia: definición y tipos.

La afasia es una pérdida o trastorno del lenguaje causado por un daño cerebral que se asocia con lesiones en el hemisferio dominante para el lenguaje (el hemisferio izquierdo para el 96% de los diestros y el 70% de los zurdos). Asimismo, este hemisferio es el encargado de controlar el movimiento de los miembros de la mitad derecha del cuerpo.

Dado que el trastorno del lenguaje que implica la afasia, supone también un deterioro en la capacidad de comunicación, es importante discriminar entre este trastorno y otros tipos de alteraciones en la comunicación debidas o no a daño cerebral adquirido como los trastornos del habla y trastornos neuropsicológicos como la apraxia del habla o las alteraciones cognitivo-comunicativas.

Aparecen diferentes síntomas dependiendo del área donde se localice la lesión. Según esta clasificación encontramos los siguientes tipos:

Afasia de Broca: afecta a la producción del lenguaje. Dificultades en el habla espontánea, poca fluidez, dificultades de articulación, lenguaje telegráfico, agramatismos (errores sintácticos y gramaticales), dificultades en la denominación y en la repetición. La comprensión se encuentra mejor preservada. La mayoría presenta hemiplejía derecha

Afasia transcortical motora: presenta un cuadro similar a la afasia de Broca, aunque con síntomas más leves. No presenta problemas de repetición, pueden llegar a repetir frases largas. Suele acompañarse de hemiplejía y apraxia ideomotora.

Afasia de Wernicke: la comprensión y la denominación se encuentran gravemente afectadas. La expresión oral es fluida pero abundan las parafasias (sustituciones o construcciones incorrectas) y neologismos (palabras que no existen). 

Afasia transcortical sensorial: presenta los problemas de la afasia de Wernicke excepto la dificultad en la repetición.

Afasia de conducción: la dificultad en la repetición es la dificultad principal. Su articulación es más fluida que en la afasia de Broca, pero menos que en la afasia de Wernicke. La comprensión oral y escrita están preservadas, teniendo dificultades en la lectura en voz alta y en la escritura

Afasia anómica: es la más leve y frecuente. Su habla es fluida y la comprensión y la repetición son adecuadas. Sólo hay presente déficit en la denominación.

Afasia global: comparte rasgos de la afasia de Broca y de la afasia de Wernicke, teniendo tanto la comprensión como la expresión alteradas. Al inicio, aparece mutismo (ausencia del habla) prácticamente total, evolucionando a cierta verbalización

Por último, es necesario destacar, que la lesión cerebral que ha causado este trastorno, puede desorganizar otros sistemas funcionales. Por lo tanto, la evaluación y el diagnóstico no deben limitarse únicamente al lenguaje, sino al conjunto de capacidades neuropsicológicas.

¿Cómo enseñar a los niños a leer?

La lectura es una herramienta del lenguaje, una habilidad básica de comunicación para las personas, la expresión escrita del lenguaje hablado. Es fundamental para estar conectados al mundo y a las personas. El aprendizaje de la lectura nos abre las puertas del conocimiento, desarrollo y la comprensión del mundo que nos rodea. Da alas a nuestra imaginación y nos permite viajar a cualquier lugar y ser otra persona durante un tiempo. 

Pero la lectura no es una habilidad innata. Es un aprendizaje complejo que requiere del dominio y coordinación de varios procesos cognitivos. Por ello, a la hora de enseñar a leer a los niños es necesario el desarrollo de ciertos requisitos previos, los cuales se producen en diferentes zonas cerebrales. Esta interacción entre las diversas áreas cerebrales permite que los sistemas cognitivos, motores, visuales, auditivos y de lenguaje se coordinen para dar como resultado el aprendizaje de la lectura. Dentro de los procesos cognitivos básicos que necesitamos coordinar para que podamos leer, encontramos: procesamiento fonológico, automaticidad motora, percepción del habla, memoria a corto plazo, atención, lenguaje, abstracción, adecuada decodificación, comprensión de textos.

La lectura es un proceso que, a diferencia de la producción de lenguaje oral, no sucede de manera espontánea, sino que requiere una enseñanza formal y constante. El aprendizaje de la lectura pasa por dos fases muy diferenciadas y se inicia aproximadamente a partir de los 5 años, momento en el cual los niños están capacitados para formular ideas completas de manera oral. La primera fase se produce cuando aprendemos la correspondencia entre letras y sonidos, lo cual nos permite empezar a decodificar sílabas y palabras. A ese momento le llamamos etapa alfabética y consiste en aplicar una lectura fonológica, basada en reconocer las letras, buscar el sonido que les corresponde y ensamblar todos los sonidos para pronunciar la palabra.

Suele afirmarse que el niño con 6 años ya sabe leer, sin embargo, la lectura aún le supone un esfuerzo mental tan elevado que impide la comprensión total del mensaje. Es decir, el lector inicial emplea todo su esfuerzo simplemente en decir lo que pone en esos signos escritos. Justo en ese momento se inicia la segunda etapa, la etapa de la automatización y la fluidez lectora. Una vez aprendido el código, practicando y practicando, comenzamos a ganar velocidad y precisión, automatizando la habilidad lectora. Esto quiere decir que empezamos a leer más rápido, entonando correctamente y sin cometer errores de precisión.

Existen diferentes métodos para enseñar a leer a los niños. Lo más aconsejable es emplear métodos mixtos que favorezcan el reconocimiento de las letras y palabras y la comprensión del mensaje.

1. Unir el conocimiento de las letras con la palabra:

Un buen punto de partida para comenzar es unir el conocimiento de las letras con la palabra. Para ello, pueden emplearse pictogramas como apoyo visual y la palabra escrita con la letra en cuestión escrita con algún color llamativo. Les enseñamos diferentes imágenes con la letra que estemos aprendiendo, acompañado de la palabra completa y leemos toda la palabra, señalando la letra correspondiente.

2. Lectura de oraciones:

Cuando ya conozcan algunas palabras podemos comenzar con la lectura de oraciones. Para comenzar, es bueno apoyarnos en el uso de pictogramas para la construcción de la oración. Podemos formular preguntas simples para entrenar la comprensión literal. 

3. Oraciones formadas sólo por palabras:

Poco a poco iremos eliminando los pictogramas y los dibujos externos que acompañan las oraciones para centrar la comprensión en la frase. Al igual que antes, es aconsejable formular preguntas que favorezcan la comprensión literal.

4. Textos completos:

Iremos introduciendo poco a poco pequeños textos formados por varias frases y seguiremos empleado las preguntas comprensivas. Además, pediremos a los niños que nos cuenten lo que han entendido. 

Finalmente, cuando ya pueden leer varias frases con sentido, comenzaremos la lectura de textos completos. Es muy importante hacer hincapié en la importancia de la lectura comprensivo y por ello, al principio, podemos hacer paradas entre párrafos y comprobar la comprensión. 

5. Y lo más importante…

¡Disfrutar de la lectura! Cuanto mayor sea la exposición a estímulos de lectura, mayor será la motivación por leer y aprender. Si el niño ve a su familia leer en casa, también querrá hacerlo. Además, la lectura en voz alta os hará disfrutar y pasar tiempos juntos.